miércoles, 9 de diciembre de 2009

web completisima

http://www.indexmundi.com/es/brasil/

en esa web es la mas completa que he visto sobretoda la tematica que nos interesa

mapa PIB mundial


Brasil y Francia firman "la Biblia del clima"

http://www.bbc.co.uk/mundo/ciencia_tecnologia/2009/11/091114_0123_francia_brasil_clima_irm.shtml

Lula da Silva y Sarkozy anunciaron un acuerdo para reducir a la mitad las emisiones de gases de los países ricos antes de 2050.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Gobierno de Lula - Ikuska

EL GOBIERNO DE LULA Y LA GLOBALIZACION FINANCIERA

Primer Borrador: puntos esenciales

En 2002 Lula gana las elecciones. Podríamos entender esta victoria como el colofón a dos décadas de transformación social y política en el país. Un país cansado de décadas de política neoliberal, y con ansias de cambio. Pero como bien indica la lectura 1, no sólo un cambio en lo económico sino también en lo social y en lo político (1). ¿Qué había sucedido en las dos décadas pasadas? Grosso modo, hubo una aceleración del tiempo histórico (3), tanto en las grandes metrópolis como en el campo. Por ejemplo, el incremento de la fuerza social de apoyo al Partido de los Trabajadores (PT). Podemos decir que este partido consolidó el proceso de reconfiguración social y política de la clase trabajadora brasileña (5). Algo que consiguió en gran medida por ser “diferente”, sin un programa claramente definido y con un “clasicismo” práctico, basado en su base social y su llamada anticapitalista.

Quien es Lula! Lula = Nosotros versus Ellos; su historia personal.
Más historia del Partido de los Trabajadores.

Contexto más allá del país. Este cambio es necesario enmarcarlo en un contexto más amplio, en un contexto latinoamericano:verdadero cambio en la relación de fuerzas en América Latina (2). Una victoria en contra de las políticas neoliberales de la mano de un resurgimiento de los movimientos sociales de izquierda. Aunque Brasil mantiene unas características y una trayectoria singular, y se la considera y califica siempre como la más neutral en este sentido.

¿Cuál es el programa del partido en el gobierno en 2002? Actualizar la estructura económica de Brasil desde el Estado, mediante sucesivas transiciones dirigidas desde el Estado (1). Por ejemplo: disciplina fiscal, reforma de la seguridad social (más refuerzo a las pensiones privadas). El programa del primer gobierno de Lula puede calificarse como una “Revolución Pasiva”:

  • Ninguna referencia explícita al socialismo
  • Propuesta de un “nuevo contrato social” llevado a cabo por el Estado. El Estado social liberal asume un nuevo rol, garantizando la mediación entre los imperativos del mercado y las demandas sociales, entre los intereses de los dominantes y los subalternos, todo ello a través del nuevo contrato social (10). Las piedras angulares del nuevo modelo: negociación nacional – el consenso, y el fin de la economía como un ámbito completamente autónomo: las tareas pendientes (sobre todo en el ámbito social) hacen necesaria una acción regulatoria por parte del Estado
  • Fortalecimiento del mercado doméstico (punto clave de la recuperación económica)
  • Disciplina fiscal
  • Reforma del sistema de la seguridad social. Medidas como poner un límite máximo a las pensiones, aumentar la edad de la jubilación y la creación de un sistema complementario de fondos de pensión privado. Evidentemente, esto suscitó muchas protestas, sobre todo porque significó un paso atrás en derechos adquiridos para muchos funcionarios. Las razones esgrimidas por el gobierno fueron básicamente dos, de índole fiscal (sacar al sistema de seguridad social del déficit) y social (lograr equilibrar el presupuesto federal). Ambos dos contestables y contestados.

Otros elementos a tener en cuenta:

  • La globalización financiera es global, el poder político sigue siendo estatal. Esta incongruencia es importante a la hora de entender el enorme poder de las empresas transnacionales y del papel del Estado como instrumento del poder económico, y no al revés. Sobre todo en América Latina, como patio trasero de los EEUU.
  • Brasil, por primera vez, es consciente de su potencial, de su capacidad de liderar la región. Ha entendido que para ser una gran potencia internacional tiene que ser primero un líder en su propia región. Ejemplos en este sentido: la compra del submarino nuclear a Francia (primera potencia nuclear de Sudamérica), gestión en la crisis de Honduras, Juegos Olímpicos en Rio de Janeiro, etc.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Sistema Financiero, objetivos con Lula






Existe un amplio acuerdo entre observadores políticos dentro y fuera del Brasil en que la victoria electoral de Luiz Inácio «Lula» da Silva en su cuarta tentativa, se debió básicamente a que el gobierno de ocho años de Fernando Henrique Cardoso (considerado por muchos de los mismos observadores como el mejor que haya tenido el país) no consiguió traducir la estabilización económica en crecimiento y mayor equidad social.
Para ser más preciso: que las exitosas reformas monetaria y fiscal quedaron incompletas ante la ausencia de la tributaria y provisional, y que ello impidió «desencadenar » la economía y liberarla de las exorbitantes tasas de interés, necesarias para mantener la inflación y la deuda pública bajo control. El bloqueo opositor de la propia base parlamentaria del Gobierno a reformas fundamentales había impedido la liberación de los recursos necesarios para fomentar el crecimiento, crear empleo y ampliar los programas sociales.
Por su parte observadores más críticos, y también el discurso del Partido de los Trabajadores (PT) y la Central Única de Trabajadores (CUT), calificaron de rotundo fracaso al gobierno de Cardoso por haber seguido ciegamente las recetas neoliberales del Consenso de Washington, y por haberse subordinado a los mandamientos del Fondo Monetario Internacional. Según ellos, el Gobierno lesionaba los intereses del país, llevaba la economía nacional a la ruina y, sobre todo, condenaba la población a la pobreza.

Quienes criticaron la gestión de Cardoso desde esta última perspectiva –un amplio arco de la izquierda tradicional, críticos de la globalización y movimientos sociales – ven ahora que el gobierno de Lula, ex-obrero metalúrgico, ex-sindicalista y fundador del mayor partido de la izquierda latinoamericana, parece definir los problemas estructurales y coyunturales del Brasil de una manera muy similar a como lo había hecho su antecesor, y lo que es aún peor, receta la misma medicina para resolverlos: superávit primario, control de la inflación, disciplina fiscal y la urgencia de las reformas del sistema de pensiones y tributario. Tal vez pareciera que la opinión pública brasileña no necesita aprender un nuevo vocabulario, dice el sociólogo alemán, Joachim Knoop en su trabajo .

El nuevo presidente, habiéndose comprometido a «ordenar las finanzas públicas y mantenerlas bajo control», el Gobierno enfrenta el mismo desafío que el anterior: llevar adelante las reformas del sistema de pensiones y del sistema tributario, críticas tanto por su peso en términos fiscales como por las injusticias y distorsiones en juego. Durante los ocho años del gobierno de Cardoso estas reformas se consideraban fundamentales para completar la estabilización económica y sentar las bases para el tan necesitado crecimiento. Recuérdese que el Brasil había vivido después de la década perdida de los años 80, otra similar durante los 90 con tasas de crecimiento insuficientes para aumentar el ingreso por habitante e inferiores al aumento poblacional en algunas regiones.

A pesar de las reformas realizadas durante el gobierno de Cardoso, el sistema previsional aún tiene mucho peso en el déficit presupuestario y es demasiado generoso con algunos y sobre todo injusto con la mayoría de los pensionados. Jueces, militares y funcionarios públicos son privilegiados con pensiones tempranas y elevadas, mientras que los jubilados del sector privado ganan pensiones ínfimas. Vastas capas de la población no tienen ningún tipo de cobertura. Por su parte, el sistema tributario adolece de fallas estructurales, gravámenes acumulativos y cargas que inciden sobre la producción y las exportaciones; una serie de contribuciones con carácter impositivo lo convierten en uno de los factores que más impiden la reactivación económica y el crecimiento. La carga tributaria alcanzará 36% en 2003, superior a la de varios países industrializados con ingresos por habitante más altos.

En suma, objetivos de Lula: reducir el impacto fiscal del sistema previsional, modernizar el tributario y transformar a ambos en sistemas socialmente más justos. De ello se derivan dos cuestiones fundamentales. La primera, cuál es la estrategia para concretar exitosamente estas reformas; y la segunda, más importante, si una vez realizadas estas y otras reformas que en principio (no en sus detalles) son ampliamente consensuadas, existirán condiciones suficientes para que el nuevo gobierno inicie aquellas transformaciones estructurales que constituyen el núcleo de la propuesta del PT: una sociedad justa sin pobreza.
MARTA

domingo, 29 de noviembre de 2009

domingo, 22 de noviembre de 2009

El Brasil de Lula muestra la salida de la crisis global

Por casualidad vi esto mientras leía periódicos por internet. Además veo que Agata puso también un reportaje más completo de El País, así que bueno como algo complementario y específicamente económico y social.

El presidente brasileño ha convertido a su país en una gran potencia económica al tiempo que atendía a los más necesitados. El gigante suramericano es ejemplo y motor de la recuperación

Bajo el liderazgo de Luiz Inácio Lula da Silva, Brasil se ha convertido no sólo en la potencia hegemónica de América Latina, sino también en el ejemplo a seguir por los países emergentes para superar la crisis económica. Y la reciente Cumbre sobre Seguridad Alimentaria convocada por la FAO ha sido la última plataforma utilizada por Lula para exhibir los logros de su Gobierno en la lucha contra el hambre.

Casi 12,5 millones de familias brasileñas, más de la cuarta parte del país, se benefician de la Bolsa Familia, el más importante de los programas asistenciales que aplicó Lula bajo el lema de Hambre Cero. Aunque acusado de clientelista, este subsidio de entre 22 y 200 reales al mes ha conseguido, efectivamente, aplacar el hambre. Según la FAO, la desnutrición en Brasil cayó un 73% en los últimos seis años y la mortalidad infantil, un 45%. De ahí que Brasil sea modélico para los países africanos y latinoamericanos.

La discreta y eficaz diplomacia del Itamaraty (el Ministerio de Exteriores brasileño) se ha encargado del resto. Lula, incansable viajero, se ha movilizado para captar las inversiones internacionales mientras señalaba las injusticias del sistema internacional e, irguiéndose como portavoz de los países emergentes, ha pedido un lugar para estos en el Consejo de Seguridad de la ONU y reclamado el fin de las asimetrías en los intercambios comerciales mundiales.

Además, Brasil ha demostrado su pujanza en el combate de la crisis económica internacional. Manuel Enríquez García, profesor de Economía de la Universidad de São Paulo, pronostica que Brasil cerrará el año con un ligero crecimiento de entre el 0,5% y el 1%. Con estas armas, Lula capitanea una alternativa sólida a la de los países industrializados, los mismos a los que con meridiana claridad culpó de haber provocado la crisis.

Aun así, Brasil arrastra enquistados problemas internos que no tienen fácil solución. Todos ellos enraízan en uno solo: la desigualdad. Aunque en los siete años de Lula la desigualdad social se ha reducido un 19%, sigue siendo el séptimo país más desigual del mundo. En Brasil, el 10% más rico tiene una renta 40,6 veces mayor que el 10% más pobre.

Este abismo social es el origen de la inseguridad ciudadana que azota al país. En ciudades como Río de Janeiro la violencia en las favelas, que viven bajo el imperio del narcotráfico, se sigue agravando en los últimos años. Ahora que la Cidade Maravilhosa acogerá los Juegos Olímpicos de 2016, la comunidad internacional vuelve la vista hacia los morros cariocas. Pero ni la mano dura ni los muros que el gobierno de Río quiere levantar en torno a las chabolas serán una solución mientras persista un abismo social y cultural que en Brasil se configura también como desigualdad racial.

Desde los movimientos sociales se critica que Lula haya respondido a cuestiones estructurales con soluciones asistenciales que no llegan a la raíz del problema. Para ellos, Brasil mantendrá su brecha social mientras no adopte un sistema tributario más justo, acometa una profunda mejora de la educación pública y se enfrente por fin a la reforma agraria, en un país que está entre los más latifundistas del mundo.

Según el economista Enríquez García, "el problema más importante de Brasil es la educación, y el único futuro para Brasil empieza en la escuela". Porque de lo contrario, afirma, no servirán de mucho las políticas sociales.

Además, desde posturas ecologistas se critica a Lula la adopción de un modelo desarrollista que antepone el crecimiento a la sostenibilidad, hasta al punto de que la veterana Marina da Silva, ex ministra de Medio Ambiente y firme defensora de la Amazonia, optó por abandonar el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula.

Los expertos coinciden en que, en diez o quince años, podría consolidarse como la quinta economía mundial.
Samy